Por Mauricio Merino, coordinador nacional de Nosotrxs
Publicado originalmente en El Universal
El programa de gobierno que ha venido impulsando AMLO cuenta, hasta ahora, con cuatro columnas para sostenerse: los militantes de Morena cuya identidad se define por su lealtad al líder; la mayoría legislativa en ambas cámaras; la disciplina y la obediencia del Ejército y de la Marina; y su muy sólida y creciente popularidad. Le alcanza y le sobra para cimentar las graves decisiones que ha venido tomando desde el 1 de diciembre y para enfrentar las inercias principales que atosigan al país: la corrupción, la desigualdad y la inseguridad. Hasta donde vamos, santo y bueno.
Apenas han transcurrido 52 días y el recuento es tan nutrido que parece que han pasado siete meses y no siete semanas: la cancelación del aeropuerto de Texcoco, la anulación de la reforma educativa, la batalla emprendida en contra de los huachicoleros y sus complicadas consecuencias, la reorientación del presupuesto para financiar los proyectos imaginados por el presidente junto con las medidas de austeridad republicana, la aprobación de la Guardia Nacional y el nombramiento del primer Fiscal General de la República parecen compendiar lo principal, entre una larga lista que promete hacerse cada día más amplia: literalmente, cada día.
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El triunfo de AMLO no se explica de otra manera que el hartazgo de la sociedad mexicana ante la corrupción y saqueo desmedido de los partidos en el poder, AMLO representa a millones que ya no teníamos otra salida, o este país caería en la crisis más profunda de su historia, lo que Mauricio Merino no valora suficientemente es que junto a el presidente trabajaron muchos mexicanos muy brillantes, que entregaron su vida por un buen periodo para ganar las elecciones, y que ahora los mexicanos hemos descubierto al menos una docena de posibles susesores, y quizá mucho más brillantes algunos de ellos, con todo respeto para el presidente.