Publicado en El Universal
Por Mauricio Merino
Hace unos días escuché que el presidente López Obrador podría modificar el tono de su discurso cotidiano, en aras de apaciguar los ánimos polarizados del país y buscar una tregua de reconciliación. Que ese podría ser el hilo conductor de su primer informe de gobierno: el llamado a la unidad en lo fundamental —parafraseando a Mariano Otero— para enfrentar con mayor respaldo los graves desafíos de violencia, desigualdad y corrupción que siguen minando al Estado mexicano.
Sería buena cosa disipar la bruma construida a golpe de descalificaciones, amenazas veladas e insultos repartidos a granel por el jefe del Estado mexicano cada mañana (reproducido por sus partidarios fieles) para buscar, en cambio, el mayor apoyo posible a las principales líneas de acción que se ha trazado y que cada día, inevitablemente, enfrentarán obstáculos más grandes. Desandar el ánimo belicoso y vengativo, más propio de los energúmenos que de los estadistas, ayudaría mucho a pavimentar el siguiente tramo del larguísimo trecho que le falta a este sexenio.
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