02 Día internacional de la convivencia en paz

Día internacional de la convivencia en paz: un espacio para la imaginación política

El Día Internacional de la Convivencia en Paz puede ser un llamado a defender lo público como aquello que nos permite reconocernos como parte de una misma comunidad política, aunque pensemos distinto, aunque vivamos realidades dispares.

Por Pablo Andrade Martínez

Cada 16 de mayo el calendario internacional nos recuerda que es el Día Internacional de la Convivencia en Paz. Es una fecha joven: fue proclamada por la Asamblea General de la ONU en 2017. Su objetivo —al menos en el papel— es claro: promover la paz, la tolerancia, la inclusión y la solidaridad como fundamentos esenciales para una vida compartida. Pero como suele suceder con las conmemoraciones, el riesgo es que lo simbólico se vuelva fórmula vacía, y lo que debería invitar a una reflexión colectiva se reduzca a un acto protocolario, una publicación institucional o una jornada escolar sin consecuencia.

No es que la conmemoración no sea importante. El problema es otro: hemos vaciado de sentido a los gestos que alguna vez pretendieron movilizarnos. En tiempos de inflación simbólica, con días internacionales para casi todo, resulta urgente detenernos a pensar qué queremos decir cuando hablamos de paz, y qué estamos dispuestos a hacer —como sociedades, como instituciones, como individuos— para construirla.

El concepto de “convivencia en paz” puede parecer blando, incluso ingenuo, frente a la brutalidad del presente. Pero su potencia está, precisamente, en lo que exige: no una paz entendida como silencio, como sumisión o como ausencia de conflicto, sino como el resultado de relaciones justas, horizontales, capaces de tramarse a pesar de las diferencias. En ese sentido, hablar de convivencia no es hablar de armonía perfecta, sino de un esfuerzo constante por habitar el desacuerdo sin caer en la exclusión o el exterminio simbólico del otro.

Vivimos un momento histórico en el que la violencia se ha naturalizado en sus múltiples formas: la guerra, sí, pero también la precariedad, el racismo, el patriarcado, la devastación ambiental y el despojo de los bienes comunes. La paz, entonces, no puede ser entendida como una zona neutral entre bandos en pugna, ni como una narrativa de cierre. No hay paz posible sin justicia, sin verdad, sin reparación, sin memoria. En ese sentido, la conversación sobre la paz nos obliga a recuperar la idea del Estado de derecho no como una promesa retórica, sino como una arquitectura concreta de garantías, de límites al poder y de afirmación de lo público. La convivencia en paz no se sostiene sobre el voluntarismo individual ni sobre campañas de sensibilización —aunque estas puedan contribuir—, sino sobre la existencia de instituciones confiables, mecanismos de acceso a derechos, procesos transparentes y espacios comunes protegidos del mercado y del clientelismo.

No se trata, claro, de idealizar al Estado. Sabemos que es también un campo de disputa, una herramienta que puede oprimir tanto como puede garantizar derechos. Pero si algo nos han enseñado las luchas feministas, los pueblos indígenas, los movimientos por la memoria y los diversos activismos es que la defensa de lo público es condición necesaria para cualquier forma de paz duradera. Frente al vacío de los discursos oficiales, es urgente recuperar el lenguaje de lo común. Volver a pensar en lo público, en la justicia, la verdad y la política no como servicios o favores, sino como derechos que hacen posible la convivencia. Porque convivir implica compartir: los recursos, los riesgos, las decisiones. Y esa es una tarea demasiado compleja —y demasiado importante— como para dejarla librada a la buena voluntad de los individuos o al cálculo de los mercados.

Así pues, el Día Internacional de la Convivencia en Paz puede ser un llamado a defender lo público como aquello que nos permite reconocernos como parte de una misma comunidad política, aunque pensemos distinto, aunque vivamos realidades dispares. En tiempos donde lo común se disuelve y las diferencias se convierten en trincheras, tal vez la paz sea, en el fondo, una forma de imaginación política. Una que no se celebra, sino que se construye todos los días.

Pablo Andrade (@PabloAnd89) es coordinador de la causa de construcción de paz en Nosotrxs.

Publicación original: https://www.animalpolitico.com/analisis/organizaciones/nuestras-voces/dia-internacional-convivencia-paz

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