Por Mauricio Merino, coordinador nacional de Nosotrxs
Publicado originalmente en El Universal
Debo confesar que me ofendí —como si fuera cosa personal— con la andanada de descalificaciones que lanzó el presidente López Obrador en contra de la sociedad civil (esa a la que antes se llamaba pueblo), en contra de los expertos académicos (porque, parafraseando a Marx, hacen estudios y dan cifras, pero no hacen nada por transformar el mundo) y en contra de la “mafia” de la ciencia. Si mi madre todavía viviera, diría que esta semana “comió gallo”.
Había escrito un texto donde argumentaba que algunos de los integrantes de esos colectivos —al menos algunos, pues—, habíamos hecho todo lo posible por construir la democracia, por combatir la corrupción, por defender los derechos sistemáticamente vulnerados y por derrotar a la desigualdad en sus múltiples variantes. Era un texto en el que me atrevía a subrayar que algunas organizaciones, activistas y académicos —al menos algunos, pues—, le habíamos hecho frente a los abusos de la autoridad, habíamos denunciado a quienes se han apropiado de lo público y le habíamos plantado cara al régimen corrupto desde muy jóvenes. Escribí incluso que varios de nosotrxs estábamos lejos de ser fifís: que no habíamos acumulado nada, excepto un montón de libros y una larga lista de ideas y de ilusiones rotas en los muros del poder, doliéndonos acaso del futuro que jamás tuvimos. En ese colectivo hay abusivos, transas y gandallas, como en todas partes. ¡Pero hombre, presidente, no todos son iguales!
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