El mérito es una palabra hermosa pero desafiante. El diccionario la define como la “acción o conducta que hace a una persona digna de premio o alabanza” y también como el derecho a obtener un reconocimiento.
Publicado originalmente en El Universal
Por Mauricio Merino, coordinador nacional de Nosotrxs
El mérito es una palabra hermosa pero desafiante. El diccionario la define como la “acción o conducta que hace a una persona digna de premio o alabanza” y también como el derecho a obtener un reconocimiento. Pero no nos dice quién establece los parámetros para medir esas conductas ni quién otorga el premio o el reconocimiento. El mérito es una medida de comparación y un método de selección.
Hay que tener méritos para ascender en una jerarquía. Asumimos que un general ha acumulado más méritos que un coronel; que el doctor obtuvo el grado porque demostró tener más méritos que un licenciado; que un nivel III del sistema nacional de investigadores se distingue, por sus méritos, de un nivel I. Los méritos son siempre selectivos y son, a la vez, un medio de autoridad para quienes los conceden. ¿Pero cuáles son los méritos que debe acumular una persona para ocupar una posición de autoridad en el gobierno? ¿Cómo y quién ha de calificarlos y evaluarlos? Sería deseable que cualquier persona que aspire a ocupar un puesto público en el gobierno de López Obrador posea, al menos, una trayectoria de integridad indiscutible, conocimientos probados sobre el área que estará bajo su responsabilidad y un compromiso sincero con la agenda del próximo gobierno.
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