05 Día Mundial contra la Hepatitis

Día Mundial contra la Hepatitis

Por Hassler Stefan Macías Sánchez
Coordinador del Colectivo Médicxs en Formación

Desde subir una historia hasta la exigencia de políticas públicas

¡Hepatitis: entenderla para vencerla!, es el lema de la campaña del Día Mundial contra la Hepatitis con lo que se espera poder derribar las barreras del diagnóstico y tratamiento, así como estrategias preventivas para esta enfermedad.

En México, la realidad de las hepatitis virales presenta un panorama complejo que exige atención inmediata y acciones coordinadas a todos los niveles, con un incremento del 28.8% en las hepatitis virales en 2024.

¿De qué sirven estas campañas? Es importante resaltar que la hepatitis viral es una amenaza silenciosa en México y el mundo, en la cual a pesar de tener vacunas y tratamientos eficaces se reportan muertes por complicaciones relacionadas a la hepatitis crónica cada 30 segundos, siendo la cirrosis y el cáncer de hígado las principales.

Sin embargo, aún hay estigmas que evitan progresos como: “Pero, yo no me siento enfermo, ¿cómo podría estar enfermo?” Hay millones de casos que son asintomáticos, por lo que hacer pruebas diagnósticas es la mejor opción de proteger la salud de todas las personas. Por ejemplo, si pusiéramos en un supuesto donde usted se encuentra con 10 personas que tengan hepatitis B, solamente 2 tendrían su diagnóstico y menos de 1 recibiría tratamiento.

Otras barreras con las que nos enfrentamos en México son: poca conciencia pública, falta de pruebas rutinarias, y barreras burocráticas para acceder a antivirales, particularmente para la hepatitis C, que hoy tiene cura. Además, el desabasto de vacunas contra hepatitis B en algunas regiones del país revela una falla grave en la estrategia de prevención. En términos de prevalencia, la hepatitis B afecta al 0.36% de la población general mexicana, lo que equivale aproximadamente a 411,000 casos, con cerca de 107,000 portadores crónicos. Por su parte, la hepatitis C presenta una prevalencia general del 0.38%, pero esta cifra asciende dramáticamente hasta el 96% entre usuarios de drogas inyectables en las regiones fronterizas

¿Cómo puedo actuar? Si por diversas situaciones solo se te permite apoyar con poco tiempo, tu voz ayudará a amplificar la exigencia de pruebas, tratamiento, vacunación y el fin del estigma de la Hepatitis. El sitio web World Hepatitis Day por medio de su campaña invita a utilizar gráficos con información para compartir los mensajes esenciales de la campaña contra la hepatitis utilizando el #WorldHepatitisDay en redes sociales o grupos de chat como Whatsapp.

Por otro lado, puedes crear tu cartel en este sitio web para tu lugar de trabajo, farmacia, clínica, hospital o centro comunitario para invitar a la población a la sensibilización sobre la Hepatitis. Si deseas hacer esto más visible en tu ciudad, puedes gestionar el iluminado de algún monumento representativo para captar la atención y convertirse en contenido compartible y de relaciones públicas sobre el tema, en México esta iniciativa nunca se ha realizado y tu podrías ser la persona promotora de un acto de concientización nacional sobre la Hepatitis.

Por último, el sitio web proporciona guías y plantillas para el desarrollo de eventos presenciales, seminarios web para generar conciencia sobre la hepatitis viral. También se comparten herramientas de cabildeo para el involucramiento con los tomadores de decisiones logrando compartir la información necesaria para que estos puedan realizar acciones necesarias, por lo que el acercamiento debe ser claro y conciso sobre los objetivos que esperas por ejemplo, el incrementar el acceso a vacunas en la población mexicana más vulnerable. Puedes encontrar ejemplos sobre el cabildeo sobre la Hepatitis en el siguiente enlace: https://www.worldhepatitisday.org/advocacy-actions/

Este 28 de julio, recordamos que el silencio no es sinónimo de ausencia. La hepatitis está ahí, esperando. Nosotros no podemos seguir esperando. Nosotros podemos influir para políticas públicas por el bienestar de las y los mexicanos que tienen Hepatitis.

Publicación original: https://oem.com.mx/elsoldemexico/analisis/dia-mundial-contra-la-hepatitis-24974161

04 Acciones para visibilizar la importancia del trabajo de cuidados

Acciones para visibilizar la importancia del trabajo de cuidados

Visibilizar la importancia de los trabajos de cuidados es el primer paso, la redistribución es el principal reto, y su dignificación es el compromiso que todxs tenemos que asumir.
Por Daniel Cortés

¿De qué hablamos cuando hablamos de los trabajos de cuidados? En algún punto de nuestras vidas todos hemos necesitado que cuiden de nosotrxs, es decir, hablamos de tareas físicas como alimentar, limpiar, acompañar o asistir, hasta acciones de tipo emocional, educativo o social, que garantizan el mantenimiento de la vida, el bienestar y la dignidad de las personas. Los trabajos de cuidados incluyen desde el cuidado de personas dependientes como infancias, personas mayores, enfermas o con algún tipo de discapacidad; el cuidado cotidiano como la preparación de alimentos, la higiene de los espacios, el lavado de ropa, el acompañamiento emocional y, finalmente, el cuidado de tipo profesional como lo es el trabajo doméstico remunerado, los servicios de enfermería, y la asistencia social.

Estos trabajos recaen desproporcionadamente sobre mujeres y niñas, por considerarse como una “responsabilidad natural” del género, y la situación se agrava cuando se trata de mujeres que viven en situación de pobreza o pertenecen a un grupo vulnerable o marginado. De acuerdo con cifras de Oxfam, las mujeres y las niñas realizan más de tres cuartas partes del trabajo de cuidados no remunerado en todo el mundo, lo que constituye dos terceras partes de la mano de obra que realiza este trabajo de forma remunerada.

Cifras de INEGI indican que las mujeres dedican en promedio 40 horas semanales a las labores de cuidados, lo que equivale a una jornada laboral completa, pero el problema radica en que precisamente no se reconoce como un trabajo, muchas de ellas no reciben un salario, por no decir que tampoco reconocimiento a estas labores tan fundamentales, lo que a su vez conlleva que se perpetúen múltiples injusticias. Entre ellas encontramos que las mujeres se ven obligadas a renunciar a sus posibilidades de elegir un empleo formal debido a las exigencias del trabajo doméstico o de cuidados. También encontramos una forma de desigualdad que se conoce como “pobreza de tiempo”, la cual limita el derecho de muchas mujeres al descanso, al desarrollo personal, al ocio, y a la participación plena en la sociedad.

¿Qué podemos hacer desde lo cotidiano para visibilizar la importancia de los trabajos de cuidados? Pequeñas acciones tienen un gran impacto cuando se hacen con conciencia. Es importante, en ese sentido, nombrar lo que se hace, es decir, reconocer que cocinar, cuidar, limpiar y acompañar son formas de trabajo que implican muchos esfuerzos y que por ello merecen respeto y gratitud. También es fundamental la redistribución de las tareas, puesto que no solo se trata de prestar una ayuda, sino de asumir responsabilidades compartidas de forma equitativa en el entorno del hogar, independientemente del género. Esto contribuye a la reducción de la brecha de género en los trabajos de cuidados. La redistribución equitativa no sólo implica una cuestión de género, sino que involucra también a las familias, a las comunidades y, de forma fundamental, al Estado, que es el que tiene que garantizar la implementación de políticas públicas que apoyen a las familias y a las personas cuidadoras por medio de la creación de servicios de cuidado, la ampliación de las licencias de maternidad/paternidad, y la promulgación de leyes que protejan los trabajos de cuidados no remunerados.

Usar la voz participando en campañas, compartiendo información y exigiendo políticas públicas como la que representa el Sistema Nacional de Cuidados también pueden ser acciones concretas que podemos llevar a cabo desde la cotidianidad para la dignificación de los trabajos de cuidados. El conocimiento y difusión de los derechos laborales, la creación de redes de apoyo, y el fomento de los liderazgos comunitarios también pueden contribuir a transformar la forma en que valoramos el tiempo, el trabajo y la dignidad de las personas, y principalmente de las mujeres y niñas cuidadoras.

Visibilizar la importancia de los trabajos de cuidados es el primer paso, la redistribución es el principal reto, y su dignificación es el compromiso que todxs tenemos que asumir.

*Daniel Cortés es coordinador de la Causa de Derechos de las Personas Jornaleras Agrícolas Migrantes (@danielcormar89).

Publicación original: https://www.animalpolitico.com/analisis/organizaciones/nuestras-voces/trabajo-cuidados-visibilizar-acciones-importancia

03 Día Internacional de la Justicia Internacional

Día Internacional de la Justicia Internacional

por Pablo Andrade Martínez
Coordinador de la Causa de Construcción de Paz en Nosotrxs.

Cada 17 de julio se conmemora el Día Mundial de la Justicia Internacional. La fecha recuerda la adopción del Estatuto de Roma en 1998, el tratado que dio vida a la Corte Penal Internacional (CPI).

La idea era simple, al menos en el papel: que los crímenes más graves —como el genocidio, los crímenes de guerra y los crímenes de lesa humanidad— no quedaran impunes, sin importar quién los hubiera cometido ni en qué parte del mundo.

Era un momento de optimismo jurídico: los horrores de Ruanda y Yugoslavia estaban todavía frescos, y muchos pensaban que había llegado el tiempo de construir mecanismos globales para ponerle un alto a la impunidad. Se hablaba de justicia con mayúscula, de memoria, de reparación, de nunca más.

Veintiséis años después, la realidad es menos luminosa. La CPI ha tenido avances, sí. Pero también ha sido objeto de presiones políticas, bloqueos sistemáticos y una especie de doble moral internacional que deja claro que no todos los crímenes se juzgan con el mismo rasero. Si la justicia internacional es un sueño, sigue siendo uno bastante desigual. Y en países como México, hablar de justicia internacional suena a lujo porque ni siquiera hemos logrado garantizar justicia básica ni tampoco hemos desarrollado un verdadero sistema nacional de atención a víctimas. La violencia se normaliza, se vuelve estadísticas, se desdibuja en la burocracia del horror.

No se trata de minimizar el papel y la importancia que tiene la justicia internacional. De hecho, en muchas ocasiones —como con los informes del GIEI o el trabajo de organismos como la ONU-DH— han sido esas miradas externas las que han puesto sobre la mesa verdades que el Estado no quiere o no puede reconocer. Pero tampoco hay que caer en la ilusión de que un tribunal en La Haya va a venir a resolver lo que no hemos querido resolver aquí. La justicia internacional es importante, pero es complementaria. No sustituye la responsabilidad nacional. Y mientras no enfrentemos nuestras propias formas de impunidad todo lo demás es decorado.

El discurso oficial actual ha hecho carrera denostando a las instituciones. Que si son corruptas, que si responden a intereses oscuros, que si hay que desaparecerlas. Y sí: es necesario pensar siempre a las instituciones como perfectibles. Pero de ahí a destruirlas todas hay un largo trecho. Las instituciones son importantes porque la justicia no es automática. Hay que construirla, defenderla, cuidarla. Y eso implica fortalecer contrapesos, proteger archivos, garantizar el acceso a la información, y nombrar lo que pasa con todas sus letras. Por incómodo que sea.

El 17 de julio debería ser una oportunidad para recordarlo. No como una fecha solemne y lejana, sino como una pregunta urgente: ¿qué hacemos, desde donde estamos, para que la justicia —nacional o internacional— deje de ser una excepción? ¿Qué hacemos para que no nos gane la resignación?

Porque a veces pareciera que el mensaje dominante es claro: que la impunidad no solo existe, sino que es inevitable. Que lo mejor es acostumbrarse. Y eso, justo eso, es lo que no podemos permitirnos.

Publicación original: https://oem.com.mx/elsoldemexico/analisis/dia-internacional-de-la-justicia-internacional-24752063

02 Y después de la marcha qué

¿Y después de la marcha qué?

Cuando termina la marcha, la rutina vuelve con toda su carga. ¿Cómo? Con burlas disfrazadas de bromas, violencia en el transporte, silencios en el consultorio, y una burocracia humillante. Esa es la trastienda del confeti, los brillos y las lentejuelas. La lucha no es solo la marcha, es todo lo que sigue después, lo que ocurre cuando ya no hay escenario ni carteles ni gritos ni cantos ni baile.

Por Alma Cuadros

La 47ª Marcha del Orgullo LGBTIQAP+ en la Ciudad de México rebasó cualquier cifra esperada. Las autoridades reportaron ochocientos mil asistentes; lxs organizadorxs, cerca de un millón y medio. Realmente no importa si fueron cientos de miles o millones, lo sustantivo es que hubo cuerpos presentes, voces visibles e identidades ocupando el espacio que muchas veces se nos niega. Lo que sí importa, y mucho, es lo que pasa cuando se acaba la marcha.

En menos de una semana, después de que cesaron los tambores, los gritos y los pasos sobre Reforma, nos enteramos de los crímenes de odio en contra de Jesús Laiza, activista LGBT, y su pareja Isaí López; Felipe Flores en Guanajuato, Misael Valdez en Nuevo León, Alexis Noé en Veracruz. Todxs de la comunidad, todxs víctimas de una violencia que no se detiene, es una postal cruel que resume todo lo que no termina al final de junio

La violencia no se suspende durante la marcha ni se congela con el ondear de las banderas multicolor. En 2024, al menos 80 personas LGBT+, fueron asesinadas en México por motivos relacionados con su orientación sexual o identidad de género. Desde 2022, suman al menos 233 homicidios de odio, de acuerdo con datos de Letra S.

A pesar de todo esto aún surge la cuestión de “¿por qué marchan?”. Como si esta fuera una celebración, un desfile para exhibir o una excusa para pintar el espacio público. La pregunta no debería ser por qué marchamos, sino por qué lo seguimos haciendo.

Marchamos porque no hay garantías reales. Porque la violencia contra las personas LGBT+ no es un tema del pasado ni de moda. Es una estructura que se ha normalizado por años. Marchamos porque no todas las personas que se dicen aliadas se atreven a hablar cuando importa ni todas las leyes aprobadas se cumplen en la práctica. Marchamos porque no hemos tenido descanso.

La Encuesta Nacional sobre Diversidad Sexual y de Género (ENDISEG 2021) del INEGI revela que uno de cada veinte mexicanos se identifica como parte de la población LGBT+; es decir, alrededor de 5 millones de personas. El 37.3 % de esta población declaró haber vivido discriminación en el último año. ¿Cómo seguir creyendo que el orgullo se reduce a una fecha, si la exclusión y discriminación es cotidiana?

En el discurso político se habla de avances, pero en la práctica los vacíos legales persisten. El matrimonio igualitario es legal en todo el país (algunos bajo amparo) desde 2022, pero los códigos civiles siguen hablando de “marido y mujer”. La adopción para familias diversas es un derecho, pero en 2020 solo se registraron cinco casos. El lenguaje cambia en las leyes, pero no en los escritorios ni en los juzgados ni en los registros civiles ni en el día a día.

Las empresas se pintan de arcoíris, los partidos se dicen aliados, las marcas lanzan campañas. Pero cuando exigimos que se garantice una atención médica libre de prejuicios, educación sin bullying, protección contra crímenes de odio, todo se vuelve silencio… todxs DESAPARECEN. ¡La celebración incomoda cuando se vuelve exigencia!

Hoy más que nunca urge recordar que la violencia contra las personas LGBT+ no es nueva ni exclusiva de ciertos gobiernos o ideologías. La diferencia es que ahora, en varios países, esa violencia se está institucionalizando sin pudor. No es retroceso, es continuidad con permiso legal. Cada nueva ley que restringe derechos, cada gobierno que se niega a reconocer identidades otorga un permiso para seguir agrediéndonos.

En México seguimos esperando garantías básicas: acceso pleno a salud para personas trans, protocolos en hospitales y escuelas, reconocimiento de infancias diversas, legislación contra las llamadas “terapias de conversión”. Se necesita más que tolerancia, se necesita instrucción para quienes viven desde la heteronorma y no entienden lo que implica vivir fuera de ella.

¿Cuántas personas LGBT+ ocupan puestos de poder, lideran instituciones o toman decisiones que nos afectan? Una encuesta de ADIL en 2018 arrojó que sólo el 45 % de la población LGBT+ en edad de trabajar tenía empleo. Las cifras no han mejorado sustancialmente. No hay presencia suficiente porque aún existen filtros invisibles para que no lleguemos.

Lo que sí hay, son referentes que se sostienen y nos sostienen, como Kenya Cuevas, activista trans y fundadora de Casa de las Muñecas Tiresias; Karina Velasco Michel, referente del Guadalajara Pride; Salma Luévano, Alejandra Bogue, Fabián Cháirez, Antonio Medina, Jessica Marjane, Samantha Flores, Guz Guevara y tantas personas que desde sus trincheras han roto silencios y estigmas. Ellxs no solo abrieron puertas, han evitado que muchas se cierren.

Cuando termina la marcha, la rutina vuelve con toda su carga. ¿Cómo? Con burlas disfrazadas de bromas, violencia en el transporte, silencios en el consultorio, y una burocracia humillante. Esa es la trastienda del confeti, los brillos y las lentejuelas. La lucha no es solo la marcha, es todo lo que sigue después, lo que ocurre cuando ya no hay escenario ni carteles ni gritos ni cantos ni baile.

Lo que ocurre en la marcha no puede quedarse en el asfalto ni perderse en el eco de los altavoces. ¡El grito colectivo debe ser motor! La resistencia no se agenda, no se celebra, no se concede; la resistencia es diaria, duele, incomoda y no va a detenerse.

Las organizaciones de la sociedad civil como Letra S, All Out, The Trevor Project, el Colectivo incluyeT, Yaaj México, Casa Frida, Balance A. C., la Red de Madres Lesbianas, entre otras, son estructuras vivas que sostienen la dignidad cuando el Estado falla, cuando la calle arde, cuando la ley no alcanza. Su trabajo cotidiano, de documentar, acompañar, denunciar, formar, exigir, no solo transforma vidas individuales, también construye condiciones colectivas para que existamos con derechos y no con permisos. Gracias a su labor hay refugios, hay datos, hay visibilidad, y hay contención.

Su trabajo impacta directamente en nuestras vidas, aunque no siempre lo notemos. Son resistencia organizada que hoy enfrenta recortes, abandono institucional y políticas que buscan silenciar su labor. Pero sus acciones nos recuerdan algo esencial: “nuestros derechos no se piden, se defienden”. Trabajamos por una lucha en común, y nos comprometemos por una lucha real, en contra de lo que violenta, ofende, y mata.

Marchamos porque nos matan, nos borran, nos niegan, desde la casa, en la escuela, en el trabajo, y en la calle. Marchamos porque crecer con miedo no es vivir, porque el silencio nos enferma, porque ser quienes somos no debería costarnos la vida. Y no, no somos una moda, no somos una fase, no somos una celebración de un solo día. Somos hijxs, estudiantes, vecinxs, profesionistas, que estamos en todas partes, aunque muchos prefieran no vernos. Seguimos y seguiremos aquí, y no vamos a desaparecer cuando termine el 28 de junio. ¡NOS VAN A VER, NOS VAN A ESCUCHAR! ¡SEGUIREMOS EXIGIENDO LO MÍNIMO: VIVIR CON RESPETO Y DIGNIDAD!

* Alma Cuadros es directora de Comunicación en Nosotrxs (@NosotrxsMX).

Publicación original: https://www.animalpolitico.com/analisis/organizaciones/nuestras-voces/despues-de-la-marcha-que

01 Frente a violencia y discriminación, orgullo y visibilidad

Frente a violencia y discriminación, orgullo y visibilidad

por Jaime Hernández Colorado
Director de Nosotrxs

En fechas recientes, en el mes del orgullo LGBT+, se publicaron dos informes esenciales para poner en la agenda pública los problemas de violencia, discriminación y falta de garantía de los derechos humanos de las personas LGBT+.

El primero de ellos, con perspectiva internacional, fue el Informe del Experto Independiente sobre la Protección contra la Violencia y la Discriminación por Motivos de Orientación Sexual o Identidad de Género, en el que se evidencia que los problemas de violencia, discriminación y falta de garantías para el ejercicio de los derechos son problemas recurrentes en todo el mundo, México no es excepción. Además, que esos problemas se recrudecen cuando se trata de personas LGBT+, pues no sólo impiden el libre desarrollo de la vida, también resultan en desplazamiento forzoso, entre otras consecuencias negativas.

El informe enfatiza que “sesenta y cinco países siguen criminalizando las relaciones entre personas del mismo sexo; en catorce, la expresión de género tiene carácter criminal y se castiga con penas de prisión y castigos corporales. En doce de esos catorce, el castigo es la pena de muerte”. En el mismo sentido señala que “las personas LGBT se ven desproporcionadamente afectadas por los factores que impulsan los desplazamientos, como los conflictos, la violencia, la persecución, la represión, los desastres y las crisis relacionadas con el clima. En todas las fases de desplazamiento, las personas LGBT desplazadas forzosamente se enfrentan a un riesgo más elevado de violencia, exclusión y abandono”. Esto debido a “barreras estructurales y prácticas discriminatorias que dificultan el acceso a la protección, el reconocimiento legal y servicios esenciales”. Esto implica que, en aquellos países en que no están criminalizadas las orientaciones sexuales e identidades de género diversas tampoco existen contextos tolerantes, pues persisten prácticas de discriminación y violencia que tienen que ver con prejuicios y comportamientos negativos de los agentes del Estado, destacadamente de los cuerpos de seguridad.

El segundo informe es resultado del trabajo persistente de la organización Letra S, que recopila y analiza anualmente datos sobre la violencia hacia las personas LGBT+ en México; el documento se titula Las dinámicas de la violencia por prejuicio. Homicidios de personas LGBT+ en México, 2024. Los resultados no prefiguran un escenario positivo respecto de los años anteriores: hay información sobre 80 asesinatos de personas LGBT+. Y puntualiza: “esta cifra representa sólo los casos que fueron cubiertos por medios de comunicación; existe una caja negra de casos […] por lo tanto, se estima que la cifra real podría ascender a más del doble”. No hay que olvidar los datos de los años anteriores: 66 asesinatos en 2023 y 87 en 2022.

Los datos que ofrecen ambos estudios son una mirada certera a los problemas de violencia, exclusión y trato desigual a que se enfrentan las personas LGBT+. Por eso, cuando se plantea la pregunta —desde el discurso discriminatorio— acerca de cuál orgullo o por qué la marcha y el mes del orgullo, la respuesta es sencilla: porque hay personas que todos los días son violentadas, incluso con consecuencias fatales, a quienes debemos honrar visibilizando la discriminación persistente y exigiendo la garantía de todos los derechos humanos, para que, en el futuro ojalá cercano, nadie tenga miedo de ser violentado o discriminado por ser quien es.

Publicación original: https://oem.com.mx/elsoldemexico/analisis/frente-a-violencia-y-discriminacion-orgullo-y-visibilidad-24539690

06 En río revuelto, ausencia de derechos violencia hacia las personas LGBT

En río revuelto, ausencia de derechos: violencia hacia las personas LGBT+

La ausencia de garantía de derechos hacia las personas LGBT+ no es un problema ajeno a la dinámica de la violencia en México. Forma parte de las violencias múltiples que suceden todos los días, que no distinguen entre personas, pero sí se ensañan con los derechos y la vida de las personas LGBT+.

Por Jaime Hernández Colorado

Hace unas semanas en este mismo espacio, hablando sobre el Informe del Experto Independiente sobre la Protección contra la Violencia y la Discriminación por Motivos de Orientación Sexual o Identidad de Género, ya quedaba claro que los problemas de violencia, discriminación y falta de garantías para el ejercicio de los derechos son problemas recurrentes en todo el mundo; México no es excepción. Además que esos problemas se recrudecen cuando se trata de personas LGBT+, pues no sólo impiden el libre desarrollo de la vida, también resultan en desplazamiento forzoso y otro cúmulo de consecuencias negativas para muchas personas.

En el río revuelto de los problemas graves de violencia que ha enfrentado el país desde hace varios lustros, la ausencia de garantía de los derechos de las personas LGBT+, en particular, suele valorarse como cualquier quítame allá esas pajas. Porque, claro, la violencia general, en su gravedad, excede la importancia de esos otros problemas. La cuestión central que hay que repetir, por mucho que se haya dicho antes, es que esa ausencia de garantía de derechos hacia las personas LGBT+ no es un problema ajeno a la dinámica de la violencia en México, sino que forma parte de ella. Se trata de expresiones, variantes o manifestaciones violentas, por lo tanto, parte de las violencias múltiples que suceden todos los días, que no distinguen entre personas, pero que sí se ensañan con los derechos y la vida de las personas LGBT+, complicando, limitando y hasta cancelando sus vidas. A veces incluso haciéndoles invisibles, una vez han sido víctimas.

Este año, una vez más, el trabajo excepcional de Letra S ha cristalizado en el informe “Las dinámicas de la violencia por prejuicio. Homicidios de personas LGBT+ en México, 2024”, a cargo de los colegas Alejandro Brito y Samuel Jair Martínez Cruz, artífices de este esfuerzo multianual ya esencial para la discusión pública.

Los resultados del informe no nos pintan un escenario más alentador que el de los años anteriores: para 2024, hay información sobre 80 asesinatos de personas de la diversidad sexual y de género. Esto significa un aumento de 20 % respecto de 2023. Y puntualiza: “esta cifra representa sólo los casos que fueron cubiertos por medios de comunicación; existe una caja negra de casos que no fueron ventilados por los medios de comunicación ni registrados en sistemas de justicia de forma oficial. Por lo tanto, estimamos que la cifra real podría ascender a más del doble”. No hay que olvidar los datos de los años anteriores: 66 asesinatos en 2023 y 87 en 2022.

Respecto del detalle de los casos, el informe puntualiza que “en 2024 fueron asesinadas 55 mujeres trans. Esta cifra es la más alta en los últimos tres años. En 2023 fueron 43 y en 2022 fueron 48 mujeres trans asesinadas”. Esto implica, según el cálculo de los autores del informe, “una tasa de homicidios para la población de mujeres trans que equivale a 37.1 homicidios por cada cien mil habitantes mujeres trans en México”. Esta tasa “se sitúa siete veces por encima de la tasa de homicidios de mujeres cis” en el mismo período anual.

Uno de los datos más preocupantes —si cabe— que ofrece el informe es “la edad de las personas LGBT+ asesinadas. De los 80 casos documentados en 2024, al menos 36 se trataron de personas adultas entre 30 y 50 años, 21 casos de personas jóvenes de entre 18 y 29 años, una persona menor de edad y una persona adulta mayor”. Esto implica un promedio general de edad de 34.2 años.

La violencia homicida hacia las mujeres trans confirma la gravedad de los cálculos de esperanza de vida: sabemos que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos la ha establecido en 34 años y que el gobierno federal ha hablado de 35 años. Pero para 2024, el informe identifica un promedio de edad de las mujeres trans asesinadas de 32.9 años, cifra por debajo de cualquiera de los dos cálculos más usuales. De otro lado, el informe calcula en 37.1 años el promedio de edad de los hombres gay víctimas, que son casi el total del resto de los casos registrados. No es ocioso poner en contexto estos datos: la esperanza de vida para las mujeres en México es de 79 años y 74 para los hombres.

Ni duda cabe que este informe de Letra S contribuye, una vez más, a poner de manifiesto que los límites, dificultades e imposibilidades para el ejercicio de los derechos de las personas LGBT+ en el país no implican sólo falta de garantía, sino que pueden derivar en violencia fatal. A pesar de lo cansado que es repetir tantas veces un mensaje, que de suyo es bastante simple, es obligatorio hacerlo: la garantía de los derechos de las personas que nos identificamos como LGBT+ ni es opcional ni es búsqueda de privilegios ni es algo que pueda patearse a mañana o pasado. Las consecuencias nefandas de la discriminación y las violencias hacia las personas LGBT+ están sucediendo frente a nuestros ojos todos los días. Y es del más básico sentido de humanidad dejar de fingir que no las vemos.

Jaime Hernández Colorado es director de Nosotrxs.

Publicación original: https://www.animalpolitico.com/analisis/organizaciones/nosotrxs-en-los-estados/violencia-hacia-personas-lgbt

05 La importancia del derecho a la protección de las personas refugiadas

La importancia del derecho a la protección de las personas refugiadas

En el mundo existen alrededor de 43.3 millones de personas en situación de refugio, de acuerdo con la ACNUR. Cuando una persona toma la decisión de abandonar su hogar, su cotidianidad, sus pertenencias, es muy probable que sea porque se han vulnerado gravemente sus derechos humanos

Por Daniel Cortés Martínez

La historia de Mohammed Nasser Al-Humaikani fue contada por Alejandro Millán Valencia en una crónica de la BBC en el año 2018. En ella se dio cuenta de la travesía que este médico de origen yemení tuvo que enfrentar en su intento por llegar a solicitar refugio a Canadá. Su trayecto comenzó al salir de Yemen, forzado a huir junto con otro millón de personas desplazadas a causa de un conflicto interno que azota al país desde 2015. Voló a Ecuador con el intento de viajar por Centroamérica y México, cruzar todo Estados Unidos, para finalmente llegar a Canadá sosteniendo la esperanza de ser recibido como refugiado ahí.

La opción de llegar a Ecuador parecía más fácil que cualquier otro lugar en Europa, puesto que lo que Mohammed buscaba era acogerse a la figura de refugiado, y Canadá parecía ser el lugar perfecto para lograrlo. Sin embargo, su camino se detuvo en el Tapón del Darién, un territorio selvático de más de 5 mil kilómetros cuadrados en la frontera entre Colombia y Panamá, virtualmente impenetrable, y que se ha convertido en una peligrosa ruta migratoria acechada por grupos criminales que se dedican a la trata de personas, sin mencionar las duras condiciones climáticas que hay que enfrentar y que son inherentes a cruzar a pie una selva tropical, como lo son lidiar con animales salvajes, insectos venenosos, cruzar ríos acaudalados o zonas pantanosas sin contar con algún tipo de infraestructura que ayude a que el viaje sea menos escabroso.

Mohammed pasó los peores cuatro días de su vida tratando de cruzar la selva del Darién antes de ser interceptado y trasladado, exhausto, a una Estación Temporal de Auxilio Humanitario en Panamá, desde donde fue devuelto al Yemen en llamas. Lo que es necesario destacar de la historia de Mohammed, y la de millones de personas más, es en cómo estuvo dispuesto a enfrentarse a los horrores de cruzar por el Darién buscando refugio en otro país, con tal de no regresar a la hambruna, el conflicto y la violencia que aquejan su país de origen. En ese sentido, ¿por qué es tan importante entonces la figura del refugio?

De acuerdo con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas Para los Refugiados (ACNUR), estas son personas que han sido forzadas a abandonar su país de origen y buscar la protección de un Estado distinto al suyo. La situación en el lugar de origen es de tal seriedad que les impide volver porque existe un alto riesgo de que sean perseguidas por su identidad, sus creencias, o porque el país está sumido en escaladas de violencia, conflictos armados u otro tipo de acontecimientos que alteran gravemente el orden público y dejan a los pobladores en estados de vulnerabilidad constantes. Cuando una persona toma la decisión de abandonar su hogar, su cotidianidad, sus pertenencias, es muy probable que sea porque se han vulnerado gravemente sus derechos humanos, que haya sufrido vejaciones, lesiones o que haya presenciado situaciones de matanzas de vecinos o personas cercanas; es decir, nadie se convierte en refugiado por elección propia, sino porque en muchas circunstancias no existe otra opción asequible.

Datos de ACNUR dan cuenta de que hoy por hoy en el mundo existen alrededor de 43.3 millones de personas en situación de refugio, mientras que 40 % de estas personas refugiadas tienen menos de 18 años, elemento agravante si consideramos las condiciones como la de Mohammed, por ejemplo, pero también es la historia de muchas personas en otras partes del mundo que se tienen que enfrentar a condiciones sumamente adversas en sus intentos por buscar una vida digna y libre de violencia. En la actualidad el número de personas forzadas a desplazarse de sus lugares de origen ha alcanzado máximos históricos en todo el mundo, situación que además se agrava por los recortes significativos a la financiación humanitaria, poniendo en riesgo la subsistencia de miles de personas.

El 20 de junio se conmemora el Día Mundial de la Persona Refugiada, pero más allá de solo mencionar y hacer visible esta problemática durante un solo día, es preciso expresar empatía y solidaridad hacia las personas refugiadas, además de conocer y compartir sus historias. Resulta un hecho que ninguna persona está exenta de pasar en algún momento por alguna situación que obligue a solicitar refugio y protección de un país distinto al de origen, y menos en un momento crucial de incertidumbre global y de un aumento en los conflictos regionales y de la violencia en general. Así pues, defender el derecho de una persona a buscar protección y soluciones ante situaciones complicadas debe ser del interés de todxs.

Publicación original: https://www.animalpolitico.com/analisis/organizaciones/nuestras-voces/importancia-derecho-proteccion-personas-refugiadas

04 El discurso de odio no es libertad de expresión

El discurso de odio no es libertad de expresión

Por Alma Cuadros

¿Por qué seguimos permitiendo que el odio se disfrace de opinión? ¿Cuántas veces al día dejamos pasar frases que, si las analizamos, están cargadas de violencia? Cada 19 de junio se conmemora el Día Internacional para Contrarrestar el Discurso de Odio.

Y, aunque podría parecer otra efeméride del calendario de Naciones Unidas, su urgencia está lejos de ser simbólica. Porque el discurso de odio no es un fenómeno excepcional: nos violenta todos los días, dentro y fuera de nuestros entornos, en escuelas y en espacios laborales; lo escuchamos en el transporte público, lo leemos en las redes sociales, lo replican en los noticieros, en la comedia de moda o en los mensajes de influencers. Está ahí, camuflado, bajo lo que muchos siguen llamando “libertad de expresión”.

El discurso de odio no siempre grita, a veces susurra, otras veces se ríe, lo escuchamos bajito, como quien no quiere la cosa, entre dientes o “en confianza”. Otras, se maquilla de ironía, de “broma pesada”, de “así habla la gente”, de un “estoy en mi derecho”. Pero siempre señala, excluye y lastima, lastima mucho. Frases como: “se nota que no es una mujer de verdad”, “no tengo problema con los gays, pero que no anden exhibiéndose”, “los migrantes vienen a quitarnos todo”, o “tienes bonita cara, pero deberías de bajar de peso” son expresiones que hemos normalizado, pero que siguen alimentando una cultura donde el odio y el desdén se vuelven aceptables.

Contrarrestar el discurso de odio no significa censurar ideas, significa marcar un límite ético entre lo que es un punto de vista y lo que es violencia verbal, simbólica, psicológica y social. Significa dejar de validar el racismo “de broma” o la transfobia “por ignorancia”. Significa, también, cuestionar esos discursos que señalan, estigmatizan o criminalizan a poblaciones enteras incluso desde quienes ejercen el poder.

En México, el discurso de odio ha dejado demasiadas huellas, solo por mencionar algunos ejemplos, asesinatos de mujeres trans solo por existir, discursos que ridiculizan la identidad de las personas no binarias, declaraciones que tachan de “ideología” a las luchas por la diversidad, violencia digital a activistas y criminalización de mujeres por ejercer sus derechos. También, muertes por suicidio, afectaciones psicológicas por criticar la forma de vestir, el peso corporal, el constante bullying en las escuelas, por juicios respecto a la situación socioeconómica, por discriminación racial, en una lista que se puede volver infinita. Todo esto comienza con palabras, con discursos que dejan de ver personas y empiezan a construir enemigos.

¿Hay esperanza? Quisiera tener fe en la humanidad, al ver activistas que usan el arte, el lenguaje y la educación para construir puentes. Hay campañas que enseñan por qué lo que decimos importa. Hay personas comunes que deciden no compartir ese meme violento, no reírse del chiste discriminador, o que se animan a decir en voz alta: “eso no está bien”. Existen medios de comunicación, escritores, poetas, tiktokers que se preocupan por arropar, proteger y dar visibilidad a la diferencia, las diferencias inherentes a todas las personas.

Este dieciocho de junio no es solo un recordatorio institucional, se trata de una invitación personal, de una urgencia colectiva y sobre todo de una oportunidad para detenernos y pensar: ¿qué estoy permitiendo con mi silencio?, ¿qué estoy validando con mis palabras? Antes de emitir un comentario, recuerda, analiza, reflexiona, ten presente siempre, que no todo vale. La libertad de expresión se termina cuando humillas, discriminas, sobajas o violentas a otras personas.

Directora de Comunicación en Nosotrxs

Publicación original: https://oem.com.mx/elsoldemexico/analisis/el-discurso-de-odio-no-es-libertad-de-expresion-24283248 

03 Por qué importa el orgullo no, no exigimos privilegios

Por qué importa el orgullo: no, no exigimos “privilegios”

Cuando pedimos respeto a nuestros derechos como personas LGBTQI+ no queremos “privilegios”, lo que exigimos, cada día, de cada mes, pero colectivamente en junio, es la misma base de la que parten todas las demás personas. La vida no puede ser una para la mayoría y otra, limitada, para quienes nos identificamos como personas LGBT+.

Por Jaime Hernández Colorado

Uno de los lugares comunes más frecuentes para empezar el argumentario, si cabe el término, en contra de los derechos de las personas LGBTQI+ suele ser preguntar para qué sirve el mes del orgullo y las actividades asociadas. Todo esto para seguir con una diatriba acerca de por qué lo que pedimos no son derechos, sino privilegios. A propósito de estas discusiones inanes, que recobran relevancia cada año durante el mes de junio, conviene leer el Informe del Experto Independiente sobre la protección contra la violencia y discriminación por motivos de orientación sexual o identidad de género, Graeme Reid, agendado para presentarse al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en el 59° período de sesiones, del 16 de junio al 11 de julio de 2025.

El contenido del informe deja claro que los derechos a los que nos referimos cuando hablamos de orgullo y de la urgencia de garantizar condiciones básicas para el libre desarrollo de la personalidad —y de la vida, en general— para las personas LGBTQI+ no son “privilegios”. Se trata de derechos que resultan inherentes al resto de las personas, pero que no hallan garantía cuando se trata de personas de las diversidades sexuales o de género. Para empezar, el informe abunda acerca de una intersección compleja, en términos de garantía de los derechos: la de la diversidad de orientación sexual o identidad de género y el desplazamiento forzoso. Ambos temas, de suyo, articulan situaciones en las que poblaciones muy diversas se enfrentan a violencia, discriminación y restricciones que imposibilitan el ejercicio de sus derechos. Pero cuando se trata de la intersección entre el desplazamiento forzoso y las poblaciones LGBTQI+, los problemas se agravan a tal grado que es evidente que los derechos que pedimos siempre, pero con intensidad particular en el mes de junio, no son derechos extraterrestres, sino los mismos que suelen tener el resto de las personas.

El informe no ignora, por ejemplo, que “sesenta y cinco países siguen criminalizando las relaciones entre personas del mismo sexo; en catorce, la expresión de género tiene carácter criminal y se castiga con penas de prisión y castigos corporales. En doce de esos catorce, el castigo es la pena de muerte”. Considerando esa base, el informe enfatiza que “las personas LGBT se ven desproporcionadamente afectadas por los factores que impulsan los desplazamientos, como los conflictos, la violencia, la persecución, la represión, los desastres y las crisis relacionadas con el clima. En todas las fases de desplazamiento, las personas LGBT desplazadas forzosamente se enfrentan a un riesgo más elevado de violencia, exclusión y abandono. Las barreras estructurales y las prácticas discriminatorias dificultan el acceso a la protección, el reconocimiento legal y servicios esenciales. La persistencia de estos perjuicios provoca múltiples ciclos de desplazamiento, lo que deja a las personas LGBT en situación de vulnerabilidad ante graves violaciones a los derechos humanos”.

No es ociosa la discusión que ofrece el informe, pues sirve para explicar punto por punto la relación perversa entre el desplazamiento forzoso y la forma en que las condiciones de éste repercuten negativamente, de forma mucho más descarnada si cabe, en las personas LGBT+. Señala, por ejemplo, que “la criminalización facilita que las fuerzas de seguridad del Estado y otros funcionarios gubernamentales cometan abusos, incluidos graves atentados contra la vida privada, como redadas ilegales en domicilios privados y técnicas para tender trampas en el mundo digital”. Los casos a este respecto son conocidos en el ámbito internacional, destacadamente en países con penas graves para la diversidad de orientación sexual e identidades de género.

Otro de los elementos importantes es que “la represión no se limita a los contextos caracterizados por la criminalización. En todo el mundo se ha utilizado a las personas LGBT+ como chivos expiatorios tras períodos de inestabilidad política y crisis […] todo ello para desviar la atención de un fracaso más amplio del Estado”. Esto se ha traducido sistemáticamente en la promulgación de leyes discriminatorias, en la emisión de regulaciones administrativas limitando o impidiendo el trabajo desde el espacio de sociedad civil, entre otras estrategias restrictivas de los derechos. No es menor decir que estas acciones son las más laxas, hay otras excesivas que atentan no sólo contra los derechos de las personas LGBT+, sino contra su vida. No hay sólo estrategias de persecución política, también de discriminación, violencia deliberada y otro tipo de transgresiones al sentido más elemental de humanidad que redundan en expulsiones forzosas de las personas de sus lugares de origen y/o residencia, exponiéndolos al exilio, pero también a las vicisitudes vinculadas al acceso a sus derechos en otros territorios. Se trata de un entorno de intersección en el que se añaden vulnerabilidades a los colectivos y las poblaciones históricamente tratados de forma injusta, discriminados y violentados.

El informe concluye, entre otras consideraciones finales, con un énfasis que no debemos soslayar: “las organizaciones de la sociedad civil son actores fundamentales en la protección, el acceso a servicios clave y la promoción de los derechos de las personas LGBT+ desplazadas. Lamentablemente, su labor se ve menoscabada por las tendencias mundiales actuales de recortar la ayuda humanitaria y al desarrollo. En este contexto, la colaboración intersectorial entre las organizaciones no gubernamentales humanitarias internacionales y las organizaciones de defensa de los derechos de las personas LGBT+ seguirá siendo una fuente de apoyo esencial para las personas LGBT+ desplazadas”.

En un escenario internacional en el que el trabajo desde sociedad civil organizada y la defensa y promoción de los derechos humanos sigue siendo demeritado, disminuido y atacado, no es menor insistir en que, cuando pedimos respeto a nuestros derechos como personas LGBTQI+, no queremos “privilegios”, lo que exigimos, cada día, de cada mes, pero colectivamente en junio, es la misma base de la que parten todas las demás personas. La vida no puede ser una para la mayoría y otra, limitada, para quienes nos identificamos como personas LGBT+. En 2025, decir esto debería ser innecesario. No lo es, lamentablemente.

* Jaime Hernández Colorado (@jhcolorado) es director de Nosotrxs.

Publicación original: https://www.animalpolitico.com/analisis/organizaciones/nuestras-voces/mes-orgullo-no-exigimos-privilegios