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La pedagogía política de Nosotrxs

Decidimos organizarnos para educarnos políticamente; para democratizar nuestras relaciones de poder.

Por Cristobal Rodas, representante de Nosotrxs Baja California

Publicado originalmente en El Sol de México

Hace algunos años tuve la oportunidad de participar en un foro donde un candidato a la alcaldía de la ciudad de Tijuana expuso sus propuestas. Al finalizar se dispuso a recibir y atender tanto halagos como cuestionamientos. Decidí aprovechar para poner sobre la mesa el asunto de la educación, tema por el cual me he interesado y en el que he estado interviniendo de forma constante. Le pregunté explícitamente sobre cómo tenía pensado articular su propuesta educativa con su proyecto político. Después de un par de chistes malísimos, compartidos como para aligerar la tensión causada por una pregunta que no esperaba, se limitó a responder que estaba convencido de que la política y la educación no debían mezclarse. “Sería un error”, dijo, “la educación no debe politizarse”. El candidato ganó las elecciones y gobernó la ciudad durante tres desafortunados años.

La respuesta que ofreció este personaje exhibe una postura generalizada que puede rastrearse con mucha facilidad en la opinión pública. Se piensa que lo político es un agente contaminante que desvirtúa todo aquello que toca. En este caso particular se dice que meter la política en la educación implicaría corromperla. Pero dicha postura descansa sobre una concepción bastante desatinada. La idea de que es un error mezclar la educación con la actividad política es el resultado histórico de un proceso complejo de abuso del lenguaje. Así como lo leyó: mera confusión lingüística.

El advenimiento histórico de la mal llamada “clase política” ha causado que asociemos y reduzcamos nuestra concepción de lo político a la corrupción y mediocridad de los funcionarios públicos, a la opulencia de los supuestos representantes populares y a la grilla electoral. Pero, en sentido estricto, lo político corresponde en realidad a toda una dimensión de un sistema cultural que se anuda a su vez con las dimensiones económica y social. Esta dimensión cultural, que abarca todo lo vinculado a las relaciones de poder, permea así cada aspecto de nuestras vidas por medio de este anudamiento. De tal suerte que ayudar al vecino, comprar algo en la tienda, ir a un concierto o participar en algún juego de seducción erótica, por ejemplo, son actos que algo tienen de político. Por lo tanto no es posible desentender la educación de la política. La educación es el proceso por excelencia mediante el cual reproducimos y/o modificamos las relaciones de poder: todo acto educativo es, por definición, un acto político.

Resulta necesario entonces distinguir entre política y politiquería. Sería sano para nuestra democracia dejar de lado la politiquería y concentrarnos de forma consciente en la política. Y no hay forma más estratégica de hacerlo que enfocarse en la educación, en la transformación de esas relaciones de poder.

De esta necesidad principalmente nace el movimiento Nosotrxs, de la necesidad urgente de re-significar la política en el imaginario mexicano haciendo trabajo pedagógico. Decidimos organizarnos para educarnos políticamente; para democratizar nuestras relaciones de poder. En palabras de Mauricio Merino, creamos Nosotrxs para dignificar la vida política de México.

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